viernes, 4 de mayo de 2007

LOST IN A VALLEY, NOT ALONE...

Por diversas circunstancias tuve que hacer un viaje relampago a un tranquilisimo poblado en el estado de Hidalgo, precisamente al valle del mezquital, cuna de mi familia política. El asunto era delimitar un terreno que se dividiría debido a una venta de una fracción de tierra que ya estaba arreglada, solo faltaba el trabajo rudo al cual accedí a ayudar. Herramientas en mano, con la firme decisión de derribar un mezquite que obstruía la sección que servirá de límite, comenzo la faena de abrir espacio donde la naturaleza, tan respetada en ese sitio, no quizo dejar libre.

La mejor compañía para la ocasión es siempre buena música, pero debido al robo anterior y a lo veloz del viaje, no tuve oportunidad de cargar con mi perpetua selección de rolas, que por supuesto incluye mucho cure.

El par de aditamentos que pudimos usar para amenizar aquel abrasante medio día era un equipo de sonido Sony noventero, en el cual escuchariamos cassetes (Si! cassetes) y una consola de los años sesentas, con una buena colleción de viniles con autores e interpretes de 70´s y 80´s en ingles y español. Solo faltaba escoger que ejemplar daria soundtrack a la aventura del día y poco a poco fuí reconociendo música que generaciones anteriores nos han legado, parte de mi infancia que volvió bajo un sol intenso, ese viento que solo refresca al comenzar a sudar a toda marcha y una muy agradable compañía. Música de madres y abuelas, de rockeros y romanticos.

La sorpresa ocurrió.

Entre tanto vinil del recuerdo atizbo una esquina de una portada que pude reconocer de inmediato y que alcanzo a generar la añeja inquietud en mi corazón que solo viene con un amor que conservo desde hace mucho. Aquella portada cuya foto es de alguna escena del video que inspiro el libro de Camus y que marca el inicio de el curso de la carrera del grupo que mueve mi vida y que ronda mi mente en casí todo momento.
Ahí se encontraba el standing on a beach, the singles lp., nacional, listo para que mi tarde iniciara tomando el color gris verdoso que tiene en su portada.
Sobra decir que corrió la aguja por ambos lados para dar fondo a una actividad inusual en mi vida, con la música que dificilmente pense gozar en tal sitio. Desde Killing an arab (matando un arabe, titulo traducido en la contraportada), hasta terminar A forest la intensidad del esfuerzo se caracterizó por fuertes golpes en la firme corteza del mesquite, ya sea para demostrar que no sería facil, ya sea por no morir sin luchar. Acompañado de Charlotte sometimes (algunas veces Charlotte) mi rostro no emitió emoción, aunque tal vez era por que me reservé la sonrisa para solo imaginarla como un regocijo intimo mientras gruesas gotas de sudor corrian por mis sienes, cuello, espalda y pecho, deseando ser removidas por el cálido viento que no nego existir.
The hanging garden (el jardín colgante) cayo por fin al iniciar la melodia y no pude menos que dedicarle los 4:20 minutos de la canción acompañando a mi contrincante en el piso, donde yacia vencido y yo a su lado infinitamente cansado.

Despues de eso, solo atiné a levantar los restos y me reservé el lado B de mi regalo cure para despues. La misión había sido cumplida y el regocijo fue doble, caso raro en mi vida.


El que hacia el disco ahí es otra historía. El instante en particular se volvió un recuerdo mas acompañado por el infinito soundtrack de mi espíritu...

FOREVER CURED!


A. Gleason

1 comentario:

Miss Matrix dijo...

WOW!!!

Ángel ahora sí me has dejado boquiabierta imaginando toda la escena... y la foto al final de la historia está como para una galería de arte!

Gracias por compartir!!!